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Jueves, abril 26, 2018
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El lastre

ECUADOR (O) | Es muy poco probable que se llegue a realizar el juicio político al vicepresidente de la República. En torno a él cerrarán filas todos los asambleístas de Alianza PAIS, incluso quienes saben que es un lastre que puede arrastrarles hasta el fondo. Glas es un bulto pesado que puede hundir a la vez a dos gobiernos, al anterior y al actual. Tan cierto es ese riesgo que sus propios compañeros se apresuraron a asegurar que, si en el juicio se llegaran a comprobar las irregularidades, no podría ser destituido ya que serían hechos realizados en su gestión previa. Aparte del sorprendente concepto de ética que se encierra en esa afirmación, sería conveniente que aclararan cómo es que alguien es una persona hasta la noche del 23 de mayo y es otra persona desde el mediodía del 24. Más aún, si el principal argumento de su defensa en el juicio seguramente será exponer toda la trayectoria de su primera vicepresidencia, como lo hizo en el remedo de sabatina en la Asamblea.

Por: Simón Pachano

Tomado de Diario EL UNIVERSO (I)

También llama la atención que por salvar el presente estén dispuestos a sacrificar el pasado. Considerar aunque sea la más mínima posibilidad de que podría ser juzgado y sancionado por lo que hizo en su primera vicepresidencia significa reconocer que algo sucio hubo en esos tiempos. A confesión de parte… dicen los abogados y, con juicio o sin juicio, después de ese reconocimiento va a ser difícil que se siga diciendo que la erosión de la imagen de las manos limpias era solamente una maniobra de los sufridores y del imperio (el problema es que desde que perdieron al gran hermano, el que determinaba qué decir y qué callar, no les queda más que valerse de unas neuronas que han tenido una década de reposo, y ahí están las consecuencias).

El mal mayor para Alianza PAIS no es que se llegue a la destitución, sino que se instaure el juicio. Con cargos y pruebas al frente, como exige la ley que lo regula, al vicepresidente no le resultará muy útil acudir al sainete ni ampararse en los “hechos alternativos”, como lo hizo en su comparecencia de alfombra roja y multitud eufórica. Aunque tiene asegurado el resultado favorable por la mayoría absoluta de AP, una rueda de preguntas y respuestas destaparía unos pozos malolientes que no pueden ser sellados con viveza criolla o con gritería. Siendo un juicio político y no penal, estaría obligado a presentar pruebas de descargo, prácticamente a demostrar su inocencia en lo que le cabe a él como máxima autoridad de los sectores que estuvieron a su cargo, que es la responsabilidad política. Si firmó o no firmó es un asunto secundario. Si dejó hacer y dejó pasar, ese es el punto.

Uno, dos o tres días, ventilándose la podredumbre (que a esta altura nadie niega que exista), es demasiado riesgo para un movimiento que anda sin rumbo. Entre tanto, no se sabe si el silencio del presidente significa estrategia o desesperación. Es que debe ser duro navegar con tan pesado lastre.

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