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Domingo, abril 29, 2018
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El gatopardismo de Lenín

ECUADOR (O) | “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, le expone Tancredi a su tío Fabrizio. Esta cita no es más que una paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela El Gatopardo, escrita entre finales de 1954 y 1957. La cita describe la intención de la aristocracia siciliana de aceptar las trasformaciones políticas de la unificación italiana para conservar al final su poder y privilegios.

Por: Byron Quelal, columnista invitado (O)

La cita original se completa con lo siguiente: […]”¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado”. “[…] una de esas batallas que se libran para que todo siga como está”. Lo alusivo plantea una realidad distinta a la que se percibe por las meras apreciaciones sujetas a juicios de valor, pues, como casi siempre suele suceder, lo que se ve no es precisamente lo que sucede. A partir de entonces, desde la teoría política se suele utilizar el concepto “gatopardo” para describir una realidad engañosa, sujeta a apariencias, a un cambio que en el fondo no transforma la esencia de algo, es decir; superficial.

En esta clase de “realidad” se inmiscuyó este viernes el Presidente de la República, pues se ha esforzado por mostrar una metamorfosis administrativa, algo que se ha demostrado solamente en el discurso. En este sentido, se alejó del manto protector del mashi mayor y ha entrado en una especie de juego de tronos. Sin embargo, su entorno político no ha cambiado, con él se encuentran los mismos que ayudaron a Correa a construir un país lleno de violaciones a los derechos ciudadanos, un estado sin seguridad jurídica, y con una escaza honradez administrativa. Pero esto no es nuevo, Rafael Correa en su momento también planteó romper con la vieja estructura de poder, más su círculo cercano fue conformado con los mismos cadáveres políticos que él quería derrotar.

Empero, cambiar algo en el Ecuador para que nada cambie es muy recurrente en la historia moderna del país, usted estimado lector recordará que en una época negra para la república, sucesivamente fueron cayendo varios presidentes, la justificación, deshonestidad en el ejerció del poder. Tras ello, sus remplazos en su afán por legitimarse en el cargo decían inaugurar otra república, otra nación que no reprodujera las viejas prácticas, un país con absoluta decencia administrativa. A pasar de las buenas intenciones, y tras el final de aquellos regímenes siempre en la conciencia del ciudadano se quedó la impresión de que de nada sirvió el levantamiento popular y las exigencias de renovación, pues en sí, nada cambió.

En este gobierno parece que el cambio se estancó, la reciente separación del frente económico del régimen es un claro signo de que para aparentar transformación no basta con que en Carondelet se encuentre un nuevo inquilino. Pero era de esperarse, no se puede mostrar signos de un vuelco hacia otra dirección, cuando repites las viejas fórmulas de tu antecesor, pero con diferentes políticas de aplicación. Un ejemplo de lo mencionado es el esfuerzo que realiza el gobierno en decir que la carga impositiva sobre el ciudadano va a reducirse, en la realidad no es así, si bien se eliminaron las salvaguardias a la importación (por describir un caso) el efecto del alza en las tasas arancelarias será el mismo, las dos son obstáculos al comercio, las dos no son del agrado de la Organización Mundial del Comercio y las dos tienden a elevar el precio final de venta de las mercancías.

Otra cuestión a considerar es que, si bien se dijo que el nuevo gobierno respetará a las instituciones, no ha sido tan así, pero esto tiene antecedentes, pues en el régimen anterior fue de conocimiento público que todas las funciones e instituciones del estado estaban controladas por el expresidente, ahora el control es sutil, así se evidenció con la resolución de la pugna entre los dos contralores, en ese caso Celi pidió el visto bueno del presidente y este se quedó con el cargo. De la misma forma, el presidente por decreto prorrogó las funciones de tres consejeros del actual Consejo Nacional Electoral, esto es una intromisión a la independencia del poder electoral, aquí los beneficiarios se quedarán en sus puestos por una gracia presidencial. Por último, y no menos importante, el respaldo que recibió el titular del IESS, Richard Espinosa, por parte de Lenín, se traduce en una clara afrenta hacia el poder de control de la administración, pues sin lugar a dudas, este no es un caso a solucionar por el presidente, sino que debe dejarlo en manos de las autoridades competentes, pues se trata de un manejo peligroso de los recursos públicos.

Entonces, no es cierto que haya una nueva visión de gobierno, entonces no es seguro que exista independencia de funciones, entonces es real la intención de seguir implementando políticas recaudatorias, entonces se ha dado la imagen de un cambio, cuando en verdad nada ha cambiado.

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