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Miércoles, abril 25, 2018
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Agricultura de la conservación

COTOPAXI (O) | Se necesitan cerca de 2.000 años para formar 10 centímetros de suelo fértil, es decir, una tonelada por hectárea al año, lo que pone de relieve la importancia y necesidad de implantar prácticas agrícolas que contribuyan a un manejo sostenible del suelo, sin que por ello disminuya la rentabilidad de la actividad agraria.

Por: Luis Reinoso Garzón, lector invitado (O)

Estas nuevas formas de cultivar, conocidas como agricultura de conservación, consiste en la siembra directa  con la reducción y minimización de labores de arado y labranza; pues esta sustitución permite dejar sobre el suelo los rastrojos y restos vegetales de las cosechas como medio natural de protección y fertilización de los suelos, consiguiendo aumentar los niveles de materia orgánica, que mejora la estructura de los mismos y mantiene la productividad de los cultivos.

Sobre todo resuelve el problema de la erosión, conserva mejor la humedad, y aumenta la fijación de dióxido de carbono en la materia orgánica del suelo; esta innovadora modalidad de cultivo es beneficiosa para la agricultura, el medio ambiente y el agricultor.

El método de preparación del suelo para los cultivos en los últimos siglos han sido las  labores de labranza como técnicas agrícolas más rápidas para cubrir mayores superficies; estas labores más rápidas y más agresivas actúan pulverizando los agregados del suelo, disgregándolos y deteriorando así la estructura del mismo; para comprender la importancia de la preservación del suelo como recurso natural y fundamental para los cultivos, basta conocer el largo periodo de tiempo que se necesita para su formación y la rapidez con la que puede ser destruido.

Este nuevo sistema de manejo agrícola sostenible, basado en simples prácticas como disminuir la manipulación de la tierra y el mantenimiento de una cobertura permanente de restos vegetales, porque  el rastrojo es un recurso que puede ser empleado para proteger el suelo del impacto de la precipitación erosiva.

Por ello estas prácticas recomendadas por expertos, se están aplicando en la mayor parte de países de mundo, con programas nuevos de manejo agrícola sustentable, que permite los siguientes beneficios: Se reduce la erosión del suelo, se evita la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales, se mantiene la producción durante más años, se logra conservar las propiedades del suelo con depósito de carbono para reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, se aumentan los márgenes económicos por hectárea, se racionaliza el uso de fertilizantes químicos, se baja la peligrosidad  de los herbicidas y su efecto residual.

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