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Martes, septiembre 5, 2017
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De fútbol y recuerdos

LATACUNGA RURAL (F) | El deporte parroquial también tuvo influencia del sacerdote Claudio Guerrero. Su entusiasmo para formar a niños y jóvenes no se limitó al aspecto espiritual. De su iniciativa nació el primer equipo de la parroquia.

Por: Laura Barreros

Tomado de Fiestero / www.Cotopaxinoticias.com (F)

Joseguango Bajo – Latacunga (Cotopaxi). En 1963 el sacerdote Claudio Guerreo y Jaime Gutiérrez conformaron el Club Deportivo  4 de Agosto. Su nombre hacía referencia a la fecha en la que el religioso llegó a la parroquia. Algunos de los primeros miembros del equipo fueron “El Chepo” Segundo Altamirano, “El Chugo” Leonardo Yánez, “El Angora” Carlos Gallo y Rodrigo Herrera, padre de “Los Mochilas”, relata Galo Gallo, joseguanguense de 68 años.

Más tarde el equipo fue refundado por Marciano Jácome con el nombre de Atlético León, como se denomina hasta la actualidad.

En base a este equipo se formó la Liga Deportiva Parroquial. Ahora, esta entidad administra y da mantenimiento al estadio de la parroquia. Actualmente, en el campeonato de Joseguango Bajo participan 11 equipos de los diferentes barrios.

Foto/Cortesía: Archivo Martín Villamarín. Integrantes del Club Deportivo 4 de Agosto en la plaza central de Joseguango Bajo. En el centro, Monseñor Claudio Guerrero junto a su hermana, Graciela Guerrero, madrina del equipo.

REMEMBRANZA

En la plaza frente a la iglesia se disputaron los primeros partidos de fútbol parroquial. Este espacio hizo las veces de cancha; años más tarde la señora María Laso, donó parte de los terrenos de la hacienda San Juan para que se construya el estadio parroquial.

La cancha de tierra, donde ahora está el coliseo, quizá era el espacio preferido por los niños de la joven parroquia rural de Joseguango Bajo. Allí el cura enseñó a patear la pelota a varios niños del catecismo para conformar los equipos.

En el polvoriento espacio se escuchaban risas, gritos de gol y muchos otros de frustración cuando un posible gol era evitado por las manos o la sotana del cura que figuraba como arquero. “Al Padre Guerrero nunca se le vio sin sotana. Siempre vistió sotana negra y un alzacuello blanco. Para patear la pelota se alzaba la sotana (…) nos reíamos cuando los goles no entraban porque los detenía con la sotana”, relata Marco Guano, ahora de 50 años.

Con el padre Guerrero, un partido de fútbol era ante todo cooperación. Los arcos para el fútbol se levantaban con los palos que los niños y el sacerdote cortaban del bosque. La rutina de calentamiento de los pequeños se hacía con trote alrededor del parque central.

Guano cree que el juego fue una estrategia efectiva que desarrolló Guerreo para captar la atención de los niños. Luego del juego los  pequeños iban a la iglesia para el catecismo. Quienes faltaban a la instrucción religiosa no eran tomados en cuenta para el próximo juego.

La actividad deportiva en la parroquia también fue fomentada por Ramiro Muñoz, director de la Escuela Félix Valencia, quien motivó a los niños a participar en campeonatos con otras escuelas. En esos encuentros destacaba la habilidad de “El olla” Jorge Heredia, “El Perro” Fabián Cruz o “El Manuco” Manuel Moya, quienes sudaron la camiseta de su escuela representando a su parroquia.

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