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Lunes, febrero 13, 2017
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Correa cree que Ecuador es un país de ingenuos

ECUADOR (O) | De tumbo en tumbo: así anda Rafael Correa. Respondiendo a los bombazos que él mismo anuncia y visiblemente preocupado por los resultados de las elecciones del domingo 19. Entre esos dos temas navegó en su enlace sabatino 512 que tuvo lugar hoy, 11 de febrero, en Daule.

Por: José Hernández

Tomado de 4PELAGATOS.com (O)

En su gobierno juran que Lenín Moreno gana en la primera vuelta. Y en el entorno del candidato dicen que, según sus encuestas, tiene 43,7%, lejos de Guillermo Lasso con solo 21%, Cynthia Viteri con 16% y Paco Moncayo con 9,3%. Eso dicen. Pero da la impresión de que no se lo creen. Si así fuera, a Rafael Correa no se le vería, como se le vio en la sabatina, buscando votos en forma obstinada. Lo hizo en el Monte Sinaí, un sector de Guayaquil, en el cual prometió legalizar, la semana que viene, los terrenos donde viven 18.000 familias. Lo hizo en Babahoyo, pues ofreció reubicar familias que viven en palafitos y dio como ejemplo lo que hizo el gobierno en la ciudadela Nueva Babahoyo donde, según se entendió, dio vivienda a 236 familias. Lo hizo con los maestros al anunciar que desde este mes aumentará el salario de 15.000 de ellos. Lo hizo con 600.000 personas de la clase media amenazadas, según él, de pagar más impuestos si Guillermo Lasso gana y deroga, como ha prometido y notarizado, 14 impuestos. Lo hizo con El Carmen donde dijo que se están construyendo 13 escuelas. Lo repitió con El Carmen donde dijo que va a ampliar, readecuar, mejorar el hospital en 90 días…

Correa hizo de alcalde y de prefecto para prometer obras y más obras a diestra y siniestra. Y durante gran parte del enlace asumió el papel de jefe de campaña de Lenín Moreno para mostrar que Lasso, Viteri, Moncayo y los otros son una vergüenza como candidatos. No saben lo que proponen. O lo que proponen ya está hecho. Lasso solo cuenta billetes; Viteri solo sabe maquillarse bonito; Moncayo dejó el carisma en la casa; Dalo Bucaram miente por tradición y tiene un padre que no tiene honra…

Correa se aplica a destruir a los adversarios de Moreno. Se afana en ridiculizar sus propuestas. Se esmera en provocar miedo en el electorado de lo que puede pasar si gana la oposición: se arruina el campo y la ganadería por los tratados de libre comercio. Estados Unidos inunda al país con sus productos. Se acaban los programas sociales. La salud y la educación se privatizan. Se acaba el programa de becas… Oírlo recuerda a Cristina Fernández en Argentina cuando esgrimió estos argumentos ante la evidencia de que su candidato bajaba en las encuestas. Correa no irradia optimismo y, lejos de apuntalar la tesis de que Moreno gana en la primera vuelta, da la impresión contraria.

Lo mismo sucede con la corrupción. Correa jura que con su palabra basta para parar la ola creciente que amenaza con sepultarlo todo a su alrededor. Su estrategia es ganar tiempo hasta el domingo 19 y encomendarse a sus dioses para que Moreno gane en la primera vuelta. Hasta entonces, niega padre y madre. No vacila en presentar a su hermano, Fabricio, que apareció en los Odebrechtleaks afirmando que Odebrecht ayudó en su campaña, como un mal tipo: explotador de sus trabajadores, estafador y evasor de impuestos. Un tipo a quien no hay que creerle. Es el mismo mecanismo que usó con Pareja Yannuzzelli, un capítulo que él ya cerró y que, contra toda evidencia, cree que sumó a su favor.

La defensa de Correa se antoja pueril y de un cinismo sin nombre. Su hermano dice que Odebrecht dio plata para su campaña; él dice que no. Su hermano dice que se reunió con el director de Odebrecht; él responde que él pone distancias siderales con ese tipo de gente; que él no era tesorero de campaña… Y reitera la historia que parece disco rayado: su gobierno es el que más duro ha tratado a Odebrecht. Da como prueba que, cuando la expulsó, Brasil retiró al embajador y esa constructora solo pudo volver tras haber pagado “hasta el último centavo”. Y Correa, que es economista, hace las cuentas: Odebrecht tenía juicios por $260 millones. Regresó luego de haber gastado $60 millones en la reparación de la central San Francisco y pagado $20 millones en compensaciones… ¿Y los $180 millones restantes? No dice nada.

Luego salta del sistema de compras públicas, supuestamente el mejor de toda América (mejor que el de Estados Unidos, mejor que el de Canadá), a interrogantes esotéricos para demostrar que su gobierno tiene las manos limpias: ¿cómo se descubre a un pillo que tiene cuentas clandestinas en paraísos fiscales? Para él es un tema de parasicología. Para los oyentes de la sabatina, el asunto es claro: el jefe de la mafia es Charly Pareja Cordero. Es socialcristiano, ex secretario de León Febres Cordero, abogado de los Isaías… Pareja Yannuzzelli era un infiltrado suyo en su gobierno de manos limpias. Un hombre que traicionó su confianza. Tema cerrado. Su auditorio, compuesto de militantes y funcionarios, aplaude.

Así enfrenta el presidente de la República la acusación de corrupción más importante de su década: ¿Mafiosos? Los otros. ¿Mentirosos? Los otros. ¿Corruptos? Los otros. Y agrega dos cosas: no les crean y voten por Lenín Moreno.

Foto: Presidencia de la República.

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